sábado, 29 de noviembre de 2008

Gracias...

Les agradezco las marcas, las heridas en la piel y en el alma. Los besos de placer que no les significaron nada. Mis lágrimas vertidas para purificar el alma. Les agradezco los kilos de más, por las ansias. Los hermosos momentos en la cama. Los llamados clandestinos y las visitas frustradas. Los vacíos de perdón, las frustraciones y la nada. Las risas de trasnoche, las cervezas y los vinos, las interminables charlas. Lo sellado con un beso. Las ganas, impacientes ganas. Los encuentros fortuitos, las interminables distancias. Las palabras de aliento y los besos en la espalda. El desdén a los reclamos, la indiferencia total. Los silencios y las palabras, proferidas por la mirada. Los te quiero, los abrazos, las palmadas. Los a mí eso no me pasa. La bronca que quedó en el tintero. La química infrenable. Las luces de la ciudad de noche. Los paseos, las salidas. Los nervios de la primera cita, los ojos esquivos a la mirada fija. Las apoyadas bruscas contra la fachada de algún edificio. Las caricias, la violencia, la ternura y el desagrado.
Les agradezco a todos los que me dieron, aunque por sólo un momento, lo más importante que puede tener el ser humano: Esperanza.

martes, 25 de noviembre de 2008

Espejismos (masticar arena no es lo mismo que comer vidrio)

A veces, la esperanza se acrecienta y nos hace ver cosas que no son. Vivimos caminando en un desierto, sedientos de amor. Creemos haber encontrado un oasis y corremos hacia él con los brazos abiertos. Dejamos atrás el peso de las heridas pasadas, soltamos nuestra cruz y nos sentimos más livianos. Entonces corremos más y más rápido. Llegamos a tirarnos de cabeza a la laguna y, para nuestra decepción, no hacemos más que masticar arena.
La arena esta formada por el resultado de la polución de rocas y minerales. No está nada bueno masticar piedra...de nuevo.
Estiramos los brazos a los costados y damos vueltas en círculos para ver si quizas le erramos por unos pocos centímetros. Pero a nuestro alrededor sólo hay arena.
El peso se torna insostenible sobre nuestras espaldas. El único líquido que tenemos para beber es la salada agua de nuestras lágrimas.
Es que dónde siempre hubo desierto, es imposible que de la nada surja un oasis. Pero necesitábamos tanto beber. No podemos recordar cuándo fue la última vez que bebimos agua fresca. Entonces vemos cosas dónde no las hay. Forzado por el deseo, nuestro cerebro arma construcciones que parecen sólidas, pero caen ante el primer viento.
Es que de algún modo el agua y la arena se parecen. Ambas supieron (y saben) escurrirse entre nuestros dedos cada vez que tratamos de aferrarnos a ellas.
El sol en el desierto es muy fuerte y si lo miramos unos segundos,te puede cegar. Y ante la falta de alimentación real a nuestra visual, vemos oasis dónde no los hay. Porque vemos con las ganas y no con los ojos. Soñamos con satisfacer nuestras necesidades y no vemos las del otro. Y por unos segundos, al menos, nos sentimos acompañados. Es que la vida en el desierto es muy solitaria, y el ser humano no es un animal que pueda vivir sólo.
Habiendo quedado devastados ante la nueva situación, nos disponemos a replantear nuestra ruta. A buscar un oasis de verdad. Algo que nos resfresque y nos quite los últimos trozos de arena que quedaron, todavía, molestando en nuestra boca.
Muchas veces nos enojamos y no creemos que el agua esté hecha para nosotros, que quizás lo mejor es dejar que tiempo siga su curso, buscar otras alternativas, comprar el agua en el supermercado y no volvernos a engañar- Pero si algo se aprende masticando arena es a saber lo que uno busca. Y claramente no buscamos arena. Quizas tampoco encontremos un oasis, pero debemos aprender a disfrutar la búsqueda ya que quizas lo que buscamos y nos refresque tenga una forma completamente distinta...

lunes, 24 de noviembre de 2008

no puedo

No puedo usar maquillaje todos los dias. No puedo vestirme y combinar los colores. Tampoco puedo usar el rosa. No puedo caminar en pose de diva, mucho menos con tacos.
No puedo estar bronceada todo el año, ni tirarme al sol como morsa para tener un color amarronado. No puedo desvivirme por una cartera. Las carteras tienen que tener bolsillos y asas, nada más me importa. No puedo cercenar la bibliografía de mi vida a unas revistas con tips para estar más flaca. No puedo ser una muñeca que rie boba a tu lado. No puedo estar depilada los 365 días del año. No puedo, ni quiero,-ni soporto a quienes lo hacen- hacer un escándalo y ponerme a llorar porque se me rompió una uña. No puedo esperar que haga calor para ponerme la mini, ni que haga frio para estrenar el tapado de moda. No puedo, no lo soporto, que la cabeza sea sólo una leve excusa para tener pelo y usar planchita. No puedo.
Soy una mujer, aunque no lea la para tí. Tengo una piel suave que sufre por no ser tocada por tus dedos. Mi oidos lloran y se desangran por no poder escuchar tus palabras. Y mi boca se deshace ante el sueño eterno de besar tus labios.
No soporto que me veas como un amigo más. No soy, ni puedo, ser tu amigo.
Me cansé de oir historias de amor fantásticas. Mi realidad es otra. No nací en los años cincuenta, no puedo ser tu ama de casa.
No puedo llorar en público, ni dejar de reir ante la estupidez humana. No puedo dejar de sensibilizarme y horrorizarme de la puta humanidad.
No puedo esperarte para siempre, ni estar cada vez que me lo pidas. Me destruye el alma.
No puedo ponerme crema hidratante con brillitos, teñirme el pelo cada 24 días y cortarlo una vez al mes.
Estoy en una pelea irreconciliable y a punto de divorcio con el peine. Y me gustaría que puedas ver más allá del nido en mi cabeza. El enriedo de las células muertas que habitan mi corteza capilar no es nada comparado con el embrollo que hay en mi mente.
No puedo pasarme la vida de cenicienta esperando un príncipe que me venga a rescatar. Pero igual necesito un rescate. Un rescate, un escape... o no. Necesito compañía. Alguien que se preocupe de que tome agua, esté al sol y no me enferme.
Pero no voy a pintarme las uñas de rosa ni a salir en mini-shorts para conseguirlo. No me interesa...No tendré marido, pero hago todo lo que está a mi alcance para ser feliz. Por dentro. Y para mirar por dentro tenés que acercarte...

domingo, 23 de noviembre de 2008

Besos

Me gustan los besos con sabor a chocolate. Esos que se dan en la mandíbula y en el homóplato izquierdo. Me gustan los besos con gusto a frutilla. En el lóbulo de la oreja, en un codo o en la palma de la mano. Me gustan con sabor a manzana horneada con canela. En el talón o en la rodilla. Me gustan los besos con muchas ansias, ansias de besar.
Me gustan los besos secos que hacen ruido y te tapan el oído. Me gustan los besos que hacen cosquillas en la panza, aunque te lo den desde la otra vereda. Me gustan los besos con sabor a vainilla.
Me gustan los besos húmedos que chorrean por el cuerpo. Me gustan los besos en el antebrazo, en la punta de los dedos y en los gemelos. Me gustan los besos salados. En el cuello y en la espalda. Me gustan los besos tímidos. Me gustan los besos con sabor a coca cola. Me gustan los besos desesperados, por haber estado tanto tiempo reprimido. Me gustan los besos en la frente, en los ojos, en la nariz. Me gustan los besos en la clavícula, en los pechos y en la sien. Me gustan los besos con sabor a mazapán. Los besos blandos que se desvanecen antes de terminar, que se convierten en otra cosa. Me gustan los besos en las costillas, en el muslo y en las pantorrillas.
Me gustan los besos que son canción, los besos rosados de rubor. Me gustan los besos que huelen a miel y suavisan la piel. Me gustan los besos con sueño que se quedan dormidos. Me gustan los besos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

La máquina

Era una noche fría, y la soledad pesaba más que nunca. Ya no encontraba consuelo, ni en su familia, ni en sus amistades, ni en su hombre. Todo le daba igual. Ser, estar, perecer. Nada valía la pena.
Decidió ahondar en lo más profundo de su ser. Comenzó mirándose al espejo. No podía reconocer su rostro. No podía creer que alguna vez esa mirada vacía había brillado, que sus labios habían sonreído y que su boca emanaba carcajadas. Se veía opaca, gastada, translúcida. El espejo le devolvía una imagen cruda, fría, empañada.
Ya no dormía. El pensar constantemente en que la persona que era feliz alguna vez habitó su cuerpo la llenaba de ansiedades, y esas ansiedades le remordían los pensamientos y no podía pegar un ojo. Cada vez que sus ojos se juntaban era para eliminar líquidos. Su hombre no la veía. No lo notaba. Sus amigas le decían que iba a pasar y su familia le reprochaba que no sabía valorar todo lo que tenía.
Pero ella se preguntaba "¿lo que tenía quién?". Ella, que ya no era ella, no tenía nada. No tenía alegrías, ni sonrisas, ni ganas. Nada de ganas.
Nadar contra la corriente saca músculos, pero desgasta el alma.
A veces no querés nadar más y entonces el mar te arrastra y te devuelve al punto de partida. Ese pozo depresivo que alguna vez creías haber dejado atrás arremete contra todo tu ser. No parás de llorar, de renegar, de creer que no hay luz al final del túnel.
Ella se volvió a mirar al espejo. Y su rostro estaba desfigurado. Ya no sólo no se reconocía, sino que no reconocía a la otra. Sintió que esa fue su muerte, que el alma abandonó su cuerpo y que su espiritú, alguna vez fortalecido, estaba en coma 4.
No hay palabras que puedan explicar el desahucie y la soledad. No hay palabras que nos saquen de esa situación. Ni respira hondo, ni leer a Osho. No hay salida. En ese momento no la hay. Las puertas se van cerrando una a una frente a tus narices. No podés seguir, pero tenés que hacerlo. Y ahí te volvés máquina. Salís, trabajás, volvés, cocinás. Todo es igual, todos los días iguales. El aire es pesado de respirar y la comida es insípida. No existe forma de disfrutar las pequeñas cosas, no hay catarsis. Y el mundo sigue girando, la máquina mueve los engranajes y vos, sos uno más. Un engranaje pequeño, que gira porque los demás lo hacen, aunque no sepas por qué.
Un sueño, cuando pudo quedarse dormida, le mostró una visión. Ese pequeño engranaje se derretía y hacía parar toda la máquina. Pudo salir, entonces y ver cómo la máquina no podía funcionar sin ella. Cómo era tan necesaria. Los demás engranajes se volvieron caras: amigos, hombres, familiares. Entonces comprendió que si valía la pena y que tenía que seguir adelante. Entonces la sonrisa volvió a su rostro. Sus alas se recuperaron y pudo volver a volar.
Pero no volvió a la misma máquina, ese engranaje estaba derretido y ya no encajaba. Volvió, y voló, y fue muy útil, pero para otra máquina. Una nueva máquina dónde encajaba a la perfección. No era la misma, no. Pero su nuevo ser tenía sonrisa y brillo en los ojos. Y mucha, pero mucha esperanza y fuerza y ganas de que su nueva máquina marche mejor que la anterior. Y estaba dispuesta a hacerlo todo para lograrlo.

martes, 18 de noviembre de 2008

supongamos...

Supongamos que tenes una historia complicadísima con una persona.
Ponele que hace 8 años que van y vienen.
Ponele que un día te dice mi amor, y otro ni te saluda.
Ponele que esta persona se conecta al msn desde un teléfono móvil.
MSN advierte que mandarle mensajes le puede costar dinero extra.
Y, Ponele, que vos le mandás tres mensajes.
Eso no me hace una perra hambrienta de venganza... ¿no?

lunes, 17 de noviembre de 2008

Deseos...

Cuando estamos solas, nosotras, las mujeres inteligentes, sabias, independientes, seguras de nosotras mismas, confiadas y exitosas tendemos a ocupar nuestra mente con un pensamiento que nos carcome la cabeza: hombres. Todas queremos cambiar al mundo, hacer la revolución luchar por la paz y contra todo tipo de cáncer, sida, lupus. Pero la lista de preocupaciones está siempre encabezada por la falta de un macho en nuestra cama.Es que, ¿quién puede combatir el hambre en África, si después no tiene que la abrace por las noches consolándola por toda la desigualdad que reina en el mundo? Nadie, claro. Entonces nos encontramos clamando por la aparición del hombre de nuestra vida, o al menos de las próximas horas de nuestra vida.
Se dan distintas situaciones, cómo cuando te invitan a una fiesta, "¿ Y qué onda los amigos de tu novio?" "¿Van todos con novia?" "¡¿Van hombresss?!".
Cuando vas al cumpleaños de tus amigos, con la familia, y te tiran: "Uh! van a estar todos mis primos", la respuesta automática "¿si? ¿edades? ¿están buenos?"
Cuando vas a estudiar o leer a un bar sola, te la pasas mirando la ventana para ver si pasa algún chico lindo, inteligente y lo suficientemente caradura como para fijarse en vos, entrar al bar, autoinvitarse a tu mesa, hacerte reir toda la tarde, pedirte tu teléfono e invitarte a salir otro dia.
Cuando estás en el colectivo no parás de mirar quién sube. Y si viajas y está semi vacío te sentás sola en un asiento de dos y rezas para que aparezca un joven guapo y te pida un mail o número de teléfono. Y te invite a salir el finde.
No es que no tengamos cosas en que pensar, ni otros intereses. Pero estamos desahuciadas. Necesitamos encontrar a un hombre con quién compartir intereses y charlas inteligentes y tontas, serias y divertidas, y encima acompañarlas de unos buenos besos...

sábado, 15 de noviembre de 2008

Coraje

Hoy tomé coraje. Y eso que llovia. No se porqué asumí que si llueve no me podía pasar nada malo. Así que me tomé el colectivo. El viaje no es tan largo a la 2 menos veinte. Dude en bajarme en Primera Junta y tomar un taxi. Pero le gané a los miedos y seguí, un poco también porque para cuando me dí cuenta ya estaba lejos. Baje y miré atentamente a mi alrededor, no había mucha gente en la calles y las pocas almas transeúntes estaban muy apuradas por no mojarse. Pasé la primer cuadra, la más concurrida y le di fuego a un gordo que me pidió. Seguí de largo. Primer cuadra superada. La segunda estaba oscura y un tanto vacía. En esos momentos me pongo a pensar que si estuviera volviendo con un novio a casa me sentiría más segura. La pasé casi corriendo y con los pies empapados. Pero también gané, porque tenía zapatitos abiertos asi que el agua entraba, pero no se quedaba. Gol de media cancha. Seguí avanzando y llegué a Alberdi. Por primera vez en los diez meses que vivo acá me toco semáforo para cruzar apenas llegué a la esquina. Crucé, mientras veía acercarse a un grupo de muchachos que caminaban casi por medio de la calle. Me dió un poco de julepe. Pero cruzaron cuando terminé de llegar al otro lado de la vereda. Gol de chilena. Esa cuadra es muy corta e iluminada, pero me agarró el semáforo de Goyena. Nadie venía por ningún lado y cuando pasaron los dos autos que venían, me dispuse a cruzar. Llegué y bien. Muy contenta y segura. Tenía una sonrisa dibujada en el rostro. Nada me la podía quitar. A veces estar solo no es tan desahuciante y hasta es lo suficientemente reconfortante como para sonreir y sentirse feliz.
Entonces entré a casa y estaba todo bastante ordenado, un par de puchos en el cenicero fueron los recuerdos que dejaron mis amigas que estuvieron acá mientras yo no estaba. Y no me molestó. Abrí la heladera para ver si me habían dejado un milagro (o una coca) y encontré, para mi sorpresa Dos, sisi DOS en mayúsculas, heinekens de litro saludándome. Puede ser que no hayan lavado los vasos, pero no importaba, todo era demasiado. Es que cuando una está sola, en realidad no está tan sola. Y así me sentí. Completamente acompañada, aunque no estuvieran físicamente conmigo.
Abro los mails y una promo del banco me regalaba un par de entradas por lunes al cine. Gratis. ¿Puede pedirle uno algo más a la vida? Caminé sola bajo la lluvia. Literalmente sola porque no había nadie en la calle y me sentí genial. Abrí la heladera y había cervezas. Me regalan entradas para el cine.
No creo que el desahucie llegue a su fin. Pero hay tantas otras cosas que no podría haber disfrutado de la misma manera en compañía. No es cuestión de definir qué es mejor. Sino de estar bien con lo que uno tiene, lo demás se da solo.

viernes, 14 de noviembre de 2008

100% a favor, 100% en contra

Cómo si mi vida no fuera un cúmulo de contradicciones, una vez que me ví completamente segura y decidida a que el paradigma que define las buenas relaciones humanas es el de la comunicación sincera -y esto esta avalado por mi carta natal-, entonces ahí llegó la excepción que hace a la regla.

Creo que la sinceridad y la catarsis son necesarias cuando tenés una historia con alguien, por más que sea una historia de mierda, hay que sacar lo que uno siente de adentro.

Pero cuando no pasa naranja y sabés que decir lo que tengas para decir va a poner al otro en una situación más incómoda que la mierda. Entonces es mejor callarse la boca.

Creo que muchas veces sabemos de ante mano la respuesta. No es lo mismo cuando nos maquinamos un mundo mejor al lado de una persona que nos tira indirectas todo el tiempo y después se hace el boludo. Ahí si, enfrentarlo y decirle a la cara todo lo que no quiere oir porque tiene miedo. Ahí si, frenar el carro y que de la cara y se deje de rodeos.

Pero cuando la otra persona es esquiva, cuando obviamente no tiene ningún interés en nostros cuando jamás pasó - ni va a pasar- nada que nos pueda hacer pensar en parajiros y luces de colores. Ahí, 100% segura, ahí hay que aprender a callarse la boca.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

ni el pan, ni la torta...

Ni una miga para roer..

La espera se hace larga. Y te das cuenta que no va a suceder el milagro. Y te econtrás con que él no tiene tantas ganas de verte como vos... De que ese mensaje nunca va a llegar y de que seguis ahí picando..

Seguis boyando a la deriva en un mar de confusiones "pero si me dijo...entonces.. pero yo.. "

Te hacés la dura y decidís no verlo nunca más. Basta. Te mirás al espejo y después de 30 capas de corrector de ojeras -y si nena, tres horas llorando por un pibe del cuál no sabes ni el apellido, deja marcas en tu cara - mucho rimmel y una sonrisa falsa y te disponés a salir. La noche es tuya y bailás y bebés. Muchos hombres se te acercan. Ninguno califica en tu "target". Pero no importa, te sentís la reina de la noche, tenés a todos a tus pies y podés salir adelante. Y llegás a tu casa, el ensordecedor sonido de los pájaros cantando te hace sentir la resaca una y otra vez. Te mirás al espejo y tenés una nube negra formada por la transpiración y el maquillaje corrido. Pero tenés algo extraño y nuevo. Una sonrisa. Y así feliz te vas a dormir.
En la cama te encontrás buscando una mano que te abrace. Y no, estás sola. Para variar.
Y así entre sonrisas, dolores de cabeza, pajaritos y llantos, te quedás dormida.

Seguís con tu rutina de mujer fuerte, vos podés contra todos. Pero el tiempo pasa y cada vez son menos los que se te acercan y ahí, ahí es cuando te rendís.
Re-aparece el pelotudo de siempre. Ese, que nunca contesta los mensajes ni te saluda ni te llama ni te anhela. Ese que si te lo cruzas de casualidad se pone nervioso y te esquiva -porque esta con "otra"-. Y te llama y decís "total soy fuerte, ahora me como al mundo, no me va a afectar" Y te vas con él.

Dos días más tarde estás como pelotuda, no paras de nombrarlo. No querés saber nada con nadie, y suponés que a él le pasó lo mismo. Y le mandás un mensaje. Y nada. De nuevo. Sin migas para roer... y muchas lágrimas para expulsar.

domingo, 9 de noviembre de 2008

...que las palomas

Tuve una revelación. Después de tanto rogar a Dios, a la virgen de luján, a la desatanudos, san expedito, al gauchito gil y a santa gilda, las divinidades nos envian un caballero.
Si. Nos cruzamos con un hombre que trabaja, pero no es adicto al trabajo. Que tiene estudios (en curso o finalizados), que se preocupa por nosotras y nos habla todos los dias. A veces hasta hacen regalos o escriben cartas y dedicatorias.
¿Y que hacemos? Salimos corriendo a entregarnos a los brazos del primer pelotudo que nos trate como basura.
Nos gustan los malos, los necios, que (OBVIAMENTE!! (?)) pasaran a ser caballeros al rendirse ante nuestros encantos. Nos acostumbramos tanto a pensar como hombres que nos gusta más la cacería que ser las presas. Y ahí siempre perdemos. Porque el tarado va a ser siempre un tarado y el caballero no se va a enrudecer por nosotras, y seguro que para cuando nos demos cuenta, alguna otra -más viva que nosotras, claro- va a conseguir ese amor. Y nos vamos a quedar solas, para variar.

¿Y todo esto por qué? Por que somos más boludas...
Todavía nos creemos lo suficientemente jóvenes para seducir a un hippie rebelde a punto de convertirse en el yuppie que todas queremos. Y, es que necesitamos estabilidad.

Seguramente lo que buscamos esté frente a nuestros ojos. Y hasta podamos reconocer que cumple todas las características y cubre todas las necesidades.

Pero no lo queremos, no lo deseamos.

El tiempo, si tenemos mucho -muchísimo- viento a favor, nos encontrará vencidas y podremos conformarnos con lo que hay. Lamentablemente "lo que haya" no creo que cumpla con las características, ni cubra las necesidades cómo lo hacía aquel, que dejamos ir, por ser más boludas...

No son lo que eran antes...

Pirata: ¿Compramos un trago a medias?
Ozzy: (...)
Tomy lee: ¿Cómo a medias? Es de poco caballero ir a medias!
Pirata: Bueno, le estaba ofreciendo...
Ozzy: (...)
Tomy Lee: ¡Vos tenes que invitarle un trago!

Aparte

Tomy Lee: ¿Estuve mal?
Ozzy: No, estuviste muy bien. Se tienen que dar cuenta que necesitamos más galanteo

sábado, 8 de noviembre de 2008

Novio de Domingo

Si hay algo que puede aplacar el flagelo de la soledad, es un novio de domingo.
Sí hay algo, además de ir a la iglesia (?), que hay que hacer los domingos, es cucharita.
Si hay algo que es mejor hacer de a dos, y en domingo, es mirar una peli (para tener con quien discutirla)
Comer helado y morsear, dormir siesta, y tener mucho sexo dominguero.

El resto de la semana se puede dedicar a los amigos y a la rutina. Pero no hay nada más energizante para terminar/empezar una semana que pasarla haciendo fiaca... de a dos.

Creo que no estoy, todavía, con la cabeza bien abierta para empezar algo de cero y dejarlo ser. No me puedo aventurar en una relación para ver que onda. Necesito más, o necesito otro...

Pero el novio de domingo... eso es imprescindible. Si después se extiende a toda la semana o llama por teléfono o escribe cartas de amor, ese es otro tema. Encontrar a un hombre, manteniendo una relación sincera y clara, con los papeles al día, digamos, con quien poder compartir la tristeza del domingo a las 7 pm y transformarla en chistes, juegos y chocolate. Eso sería la gloria de la soltería.

Y ahí sí. Ya estable, con el alma menos vencida, abrirse para algo más...

jueves, 6 de noviembre de 2008

Miedo

El temor es una sensación que paraliza.
Es difícil abrirse porque nos vuelve vulnerables.
Nos escondemos detrás de una coraza de hierro y no logramos aceptar las cosas buenas que nos pasan.
No es fácil amar. Amar de verdad y con mayúsculas.
Exponerse ante otro.
Muchas veces nos encontramos con personas que están en la misma situación. Y eso nos enferma la cabeza. Nos matamos re-interpretando palabras, gestos y silencios. Aspiramos a que a la otra persona le pase lo mismo y nos cegamos. Aseveramos que es así y no podemos ver las cosas como son. Entonces la indiferencia nos frustra. Esa indiferencia que muchas veces no es tal, pero nos ofusca porque esperamos más. Rogamos porque ésa persona pueda demostrarnos un poco de afecto, que nos llene la pileta hasta el borde antes de tirarnos de cabeza. Y con frecuencia, eso no ocurre. ¿Es tan difícil que se de cuenta que me vuelve loca? ¿Qué no paso un día sin pensar en él? ¿Qué soy capaz de lo que sea por que nuestro amor florezca? Y sí, es difícil, casi imposible, ya que en realidad, nunca le demostré nada.
Mantenerlo vivo en los pensamientos no sirve para nada. Él no sabe lo que estoy pensando. Mucho menos se dará cuenta que sueño con él, ya que no dormimos juntos, ni hablo dormida.
Pero no nos tiramos a la pileta. No, señor. Porque tirarse a una pileta vacía trae consecuencias muy graves, desde una fractura expuesta hasta un corazón roto. Y no existen yesos ni calmantes para apacigüar a un corazón roto.
Las veces que lo he intentado tuve respuestas negativas, ja! Pero la calma después de la tormenta te hace sentir libre y realizado. ¿No es eso lo que buscamos? Paz.
Aún así, decidimos intentar de nuevo y volver a sufrir la misma angustia. Porque no hay nada más lindo que estar enamorado. Aunque no sea correspondido, aunque nos quite el sueño y nos llene de lágrimas y frustraciones...es mejor haber amado y perdido, que nunca haber amado.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

el desahucie y la existencia...

Es difíl comprender cómo un grupo de mujeres jóvenes, bellas (o velludas, no se aún) y exitosas, pueda sentirse reflejado en estas palabras.

Provenimos de familias disfuncionales, cuasi matriarcales dónde nuestras madres han sido sostén de familia y nuestros padres recién pudieron ganarse un poco de nuestro respeto al irse de nuestra casa. Estamos condenadas a repetir los pasos de nuestros padres, por ende estamos condenadas al fracaso absoluto en materia de pareja.

Aún asi, a pesar de la condena del destino, no perdemos la esperanza. El instinto de supervivencia nos dice que tenemos que tener fe y seguir adelante. Y eso hacemos. Seguimos, y lloramos, y peleamos y vemos "que onda".

Pero en definitiva terminamos buscando alguien bueno, y divertido. Un buen padre, alguien que quiera mucho a sus hijos y sea lo más polícamente correcto, como para convertirse en lo que todas necesitaremos dentro de 20 años... un buen ex-marido.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Proporciones

Inversamente Proporcional

Cuánto más linda sea la ropa interior que tengo puesta, menos son las posibilidades de que alguien más la vea.
Cuánto mejor me arregle y me vea al espejo, menor va a ser la cantidad de personas que encuentre atractivas en el lugar a dónde concurra.
Cuánto más me atraiga fisicamente, menos me va a atraer mentalmente.

Directamente Proporcional

Cuánto más me atraiga una persona, más le atraerá a él, una amiga mia.
Cuántas más cosas tenga por hacer, más va a insistir en que lo vea. Y voy a terminar yendo.
Cuántas más ganas tenga yo de verle, más tardará en responder. (si es que responde)
La longitud del vello es directamente proporcional a la posibilidad de concretar algo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Inestabilidad con nubosidad variable

No quiero caer en generalizaciones, pero calculo que a todas las mujeres -al menos las desahuciadas- les pasará algo parecido.
Somos seres sensibles, aunque a veces nos comportemos como las personas más frías y desalmadas sobre la tierra. Sufrimos mucho y en silencio. Fantasiamos -creemos, bah- que los hombres, o mejor dicho, el desafortunado que estemos pretendiendo en ese momento, no puede parar de pensar en nosotras. Somos, claramente, el centro de sus vidas. Y por eso, cuando no nos habla por messenger o se desconecta misteriosamente apenas nos conectamos nosotras (las casualidades no existen!) o le hablamos y no responde, o seguro que nos bloqueó, o se consiguió otra, o se fue del país. Ni hablar de los mensajes de texto a las 3 am. Jamás vamos a pensar que el pretendido está durmiendo, salvo, claro que este durmiendo con otra, el muy hijo de puta que no me quiere más!
¿Es que las mujeres no tenemos nada más que hacer? Y si, pero somos tan grosas que podemos hacer muchas y al mismo tiempo no perderle el hilo a nuestro(s) pretendido(s). Y con no perderle el hilo me refiero a: averiguar todo lo pertinente a su vida (nombre, apellido, DNI, dirección, antecedentes, información de la familia, cómo esta compuesto su hogar, comparaciones con la EPDH, etc), conocer su agenda (a que hora se levanta, porqué el 3/12/2002 se levantó 15 minutos más tarde, cómo salió su equipo en el picadito de los jueves, etc)y cualquier otra cosa relevante (música preferida, tipo de calzoncillos que usa, cada cuanto se corta las uñas de los pies)

¿obsesivas?
No, para nada. Es que somos muy pasionales y amamos tanto y pretendemos tanto que necesitamos enamorarnos hasta de los granos de su culo. Y lo hacemos (L)

El diccionario define misógino al hombre que odia a las mujeres. Pero no hay una palabra para definir a una mujer que odie a los hombres... POrque no podemos odiarlos.

Pero tanta locura, no puede terminar bien. Entonces nos desesperamos: lloramos, pataleamos y sufrimos, cuando ustedes nos dan la espalda, nos relegan, huyen, desaparecen.
Y todo vuelve a su equilibrio normal, con una palabra, un gesto, una flor (?).

Hasta la próxima tormenta...