martes, 30 de junio de 2009

angustia oral

ay ay ay...

el lamento, la angustia, el bolo en la garganta que nos coarta la respiración honda y saludable, la hinchazón de los pómulos, las puntadas en el pecho, el irrefrenable deseo de destruir todo lo que tenemos cerca y el terrible e insaciable llanto. Llanto que deja sábanas mojadas, papeles rotos y abollados, pelos ensortijados, dolor en la mandíbula, labios secos.

el deseo irreductible de que nos acaricien la cabeza, nos aplasten la nuca contra su pecho y nos llenen de contención.

la angustia se manifiesta de muchas formas, pero es la ansiedad, en realidad o en mi realidad al menos, la que se expresa en público, la que ven todos, la que no podemos controlar y hasta a veces tardamos en darnos cuenta.


cuando algo nos supera, muchos tendemos a meternos un dedo en la boca, un cigarrillo o comida. Pero cuando el deseo sexual (y la falta de realidad sexual) nos incitan lo único que deseamos meternos en la boca es un falo, un miembro viril duro, tibio, latiente, que nos suplante ese chupete que carlitos balá nos hizo abandonar frente al televisor (dios,porque no hacen chupetes para adultos la puta madre). Esa necesidad, aveces acrecentada por el acohol, nos hace no pensar en otra cosa que chuparla. Y ya no queremos saciar nuestras ganas de llegar a un orgasmo o de que nos cepillen o de un encuentro amoroso o de un abrazo post- coital. No. Ni un beso nos conforma, ni un chocolate ni una llamada telefónica ni una buena paja. Solo queremos saciar esa angustia oral, con alguien que esté afeitado (por favor así no irrumpimos nuestra labor sacándonos pelos de la boca) y limpito (nada como el olor a bebe de un pito recién lavado)(ok, ok suena pedófilo, pero me refiero a ese olor inmaculado, el olor a piel sin desgaste, sin ambiente, sin ropa sucia, sin siquiera -y hasta ese momento- el olor a mi, sin olor a desodorante ni a perfume ni a nada). Esa sensación hermosa, finalizada en una eyaculación (o externa o interna, nada de escupir porque arruinan el frágil clima de sagrada revelación). Eso es lo que nos calma la angustia. Y después si, cuchara hasta el manianero.

domingo, 28 de junio de 2009

Baile

Quien no estuvo en una de esas fiestas donde se la paso bailando y chupando toda la noche? En la que miraba a los ojos a sus amigos y el resto de las personas no existía? donde la comunicación se daba en miradas y gestos y no hacía falta nada más?

A veces nos encontramos bailando con un extraño. Sumidas en la posibilidad de proyectar nuestros sueños y convertirlo en el príncipe azul. Y bailamos y nos reímos y nos tocamos.

Pero los bailes se terminan, de madrugada. Alguien prende la luz y los rostros felices se tornan pálidos, avejentados, ojerosos, transpirados, despeinados. La máscara de pestañas se diluye por el rostro dejando trazos negros. Los labios ajados y los dientes amarillos de fondo en una sonrisa desdoblada.

Se acabó la ilusión. Se acabó la alegría. Los cuerpos se inundan, ahora, en cansancio y los huesos pesan, duelen, se sienten húmedos.

Cuando comenzamos a bailar, sabemos como vamos a terminar. Pero bailamos igual, porque nos da alegría, y aunque se esfume en unas horas, y aunque tardemos una semana en recuperar las fuerzas, bailamos. Una y otra vez. Y hasta soñamos con volver a bailar pronto.

Y eso pasa en algunas de las relaciones que empezamos. Sabemos que son sólo un baile - a veces una pieza, a veces toda la fiesta, a veces un concurso- Pero sólo eso. Y las disfrutamos y lo pasamos lo mejor posible, a pesar de los pisotones y de la falta de ritmo y de la sudoración. Y alguien prende la luz y nos avisa que ese maravilloso momento se terminó. Y vamos a estar un tiempo tirados y cansados hasta recuperar esas energías. Y ansiamos el próximo baile. Y bailamos de nuevo...

miércoles, 24 de junio de 2009

asumir responsabilidades

La palabra responsabilidad esta llena de cargas negativas. la usamos (mal) para denotar aquello que hacemos porque, decisión consciente mediante o no, debemos hacerlo.
Asumir una responsabilidad también tiene una carga negativa: despojarse de deseos -a veces caprichos- insertarse en la sociedad como producto de ella y no como inquietud interna, hacer lo que deberíamos hacer por ganas, amor, locura, sólo por el mero acto de cumplir.

Creo que me toca hoy, tratar de quitarle el peso a la responsabilidad. Vivirla con gusto. Querer lo que uno hace, por más que se haya vuelto rutinario.

Soy responsable de éste blog -hace varios días sin actualizar.

Soy responsable de mis decisiones. De mi actualidad. De mis heridas.

Soy responsable de mi vida.

Sé que algunas decisiones pueden lastimarme. Soy consciente de que hago cosas que me van a lastimar pero no dejo de hacerlas. Pero trato de disfrutar.

Asumí la responsabilidad de disfrutar lo que tengo. Lo que se dió y lo que sea que esté por venir. Como venga, responda o no a mis caprichos.

Asumí la terrible responsabilidad de ser feliz.

Para una personalidad autodestructiva como la mia eso es muy dificil. y lo estoy logrando.

Quizás me equivoque, quizás solo estoy contenta. Pero siento que estoy muy bien encaminada.

Lo difícil vendrá cuando se rompa la coraza, porque esa es una responsabilidad que todavía no logro concretar. La de ser yo, a pesar de todo. Y que si quiero llorar, lloro. Y que si me duele grito. Eso es lo más difícil.

Lo bueno es conocer a gente que me quiere como soy y que no hacen falta explicaciones de porque la coraza sigue ahí, que no me pide que me abra y que si lo hago me entiende y no me reprocha.

A mis amigos, los viejos y los nuevos... y especialmente a fer que no paro de romperme las bolas para que escriba algo. Para que de alguna forma dibuje en palbras lo que su corazón no sabe decir. (no sos la única, sabelo)