viernes, 22 de junio de 2012

Me gusta un chico

 Me gusta un chico del cual no se casi nada. Nos vimos un par de veces, ahora no se si está muy ocupado o ya se aburrió de mi. Esto, las inseguridades. Me gusta un chico que apenas conozco, que me hace reir y me mima bien. Y me pregunto si será así con todas o si yo le genero algo especial. Esto, las inseguridades. Me gusta un chico y no se si quiero ir "viendo que onda" con otros, porque siento que ya construí ciertos lazos con el. Y me pregunto si el sentirá lo mismo. Y me respondo que no. Porque soy así, insegura. Me gusta un chico y siento que no soy suficiente. Y que en breve se va a acabar.
Me gusta un chico, y hacía meses que no me gustaba nadie. Me gusta un chico y todavía no se lo dije. Y quizás no lo vuelva a ver y no se lo diga nunca. Porque soy así,  insegura. Me gusta un chico y pase lo que pase, es un buena noticia.

lunes, 16 de abril de 2012

Esto, la ropa

Siempre vuelvo a lo mismo. A que soy mujer, pero no soy minita. A que no puedo leer una Cosmopolitan sin vomitar. A que en una conversación no paso del segundo par de zapatos sin aburrirme.
Soy asi. No hay vuelta que darle.
Pero lo que me sembró una duda, o una certeza, es que tengo dos amigas que andan en "algo" con unos tipos, y les agarró junto con la fiebre de la tecnología, la moda de pasarse fotos con sus muchachos sobre como se vistieron ese día. Y sí, ellos también lo hacen, de hecho, ellos lo inician.
Si en una relación, el primer saludo diario que me da una persona, es una foto con la ropa que se puso para ir a laburar, inmediatamente lo bloqueo. Sorry, no lo tolero. No me parece ni dulce, ni tierno.
Pero dejemos las opiniones de lado. Lo que me preocupa es que si dos personas salen con dos tipos tan distintos. Dos tipos que quizás nunca se cruzaron en su vida. Dos tipos que probablemente ni siquiera peguen onda para compartir una birra. Dos tipos que si algo tienen en común, es sacarse fotos con lo que se pusieron en el día para pasárselas a mis amigas, entonces yo me preocupo.
Porque señores, si este es el parámetro de una relación entre adultos, YO me quedo afuera. Es así. Es una decisión. Antes que fashionista, soltera.

miércoles, 11 de abril de 2012

una leona

Agazapada entre la maleza, observando, cada vez más detenidamente, cada uno de sus pasos. Por momentos creo que puedo predecirlos. Sin embargo, cada día me sorprende. Entonces sigo ahí. Observando la presa. Escondida entre sombras trato de pasar inadvertida, de mimetizarme con el paisaje, de no ser. Coexistiendo con el paisaje, paso a ser una planta más, un árbol, una roca. El león avanza sobre la presa, directo al cogote. Clavando sus colmillos sobre sus arterias, siente el temor que precede a la muerte. Muerde con más fuerza, hasta que se rinde. Yo, en mi escondite, me siento segura, disfruto de la brisa de una sombra tranquila. Y hasta respiro profundo, aliviada, de no haber sido yo la elegida. De no dejarme morir en sus garras. De no ser.
Pero hay que ser. Algo, hay que ser. Y reflexiono en que no soy un León. En que no puedo aventurarme a máxima velocidad a saltarte al cuello. Arriesgarme a que te escapes. Arriesgarme a matarte. No tengo ese coraje animal para llegar a las últimas consecuencias. Tampoco soy una gacela, suave, tranquila, casi despreocupada. No me muestro en grupos en la sabana, no me dejo ver, no me dejo apresar.
Mas estoy ahí. Viendo todo. Y ante el miedo, de sentir, se cazar o ser cazada, muestro mis dientes. Me vuelvo amenazante, dura, fría. Puedo ser domesticada, puedo ser tierna, puedo ser protectora y suave. Creo entonces que en definitiva, yo, soy una leona.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Y vos... ¿Dónde tenés la luna?

Porque sí. Porque me divierte y me sorprende. Porque capaz algún día me tira la posta.
Amo meterme en páginas de tarot y de astrología no-predictiva. Me gusta creer que realmente son cosas sobre mi y que estoy aprendiendo algo. Me gusta darle la razón, me fuerza a decir que sí que me siento reflejada.
Si algo me hizo reirme como nunca fue una suerte de descripción personal que hallé sobre como soy en el amor, el sexo y el coqueteo.
Resulta que tengo la Luna en Marte. Lo que, segun el horóscopo, significaría que soy una persona que no tiene problemas en "ir a los bifes" y que se aburre si la otra persona corteja mucho pero no avanza.
Siempre supe que no tengo ni idea de como se histeriquea. Siempre me pareció lo más correcto ir al grano. Nunca me imaginé que todo eso tenía una explicación astrológica, ni que la luna tenía todas las de dictarme dicha impronta.
Porque uno va, y piensa y racionaliza y experimenta y se aburre. Y cree que todo tiene una razón de ser. Una constitución. Que uno se pudre de la hipocresía, que no soporta un halago porque tiene padres separados (?) o que es un cientificista  y que toda teoría deberá ser ratificada con un hecho fáctico. Es decir:  si te parece que soy linda, me tenés que invitar a salir. Si me invitás a salir me tenés que dar la mano, si me das la mano... y asi.
Pero no. No valen ni los traumas de la infancia, ni la posición ante el mundo, ni las ciencias duras. Acá la jodita tiene que ver a dónde carajo estaba la luna en el momento en que naciste.
Que quede en claro: no soy fácil, tengo la luna en marte.

lunes, 19 de marzo de 2012

Vos sos Hakuna Matata

Es que de repente me di cuenta que todo me chupaba un huevo. Primero una cosa, después la otra. Por un lado me sentía liberada. Pero el chupahuevismo te absorve. Nunca entendí bien por qué a mi no me pegó el Rey León como al resto de las personas. No solo no lloré. Sino que me aburrió bastante. Y lo peor, de lo peor, el Hakuna Matata. Ahora lo entendí: sin preocupaciones vas a estar mejor. Vacío, banal. no me gusta. Y lo que pasa cuando todo te chupa un huevo es que te alienás. No sos feliz cuando nada te preocupa. Es eso, No Sos. El tema es ser feliz en la búsqueda del camino propio y no del acompañante. Así dejé esos intentos de lado. Dejé de buscar compañía. Mentira. Afiné mis compañías a la medida de las necesidaes. Y dejé de buscar pareja. Blah, dejé de buscar hombres. Honestamente me cansé. Y obviamente eso da lugar a no tener nada que decir, o mejor dicho nada para vomitar en estas páginas.
No quiero buscar excusas.  Ni hacer grandes reaperturas de un espacio en el cual me siento cómoda, pero al mismo tiempo extraña.
Baje mil cambios.
No dejo de esperar al hombre de mi vida, pero ya no pienso en eso. Ya no pienso ni en amores, ni en desamores, ni en filitos, ni en estúpidos.
Me cansé de controlar como actúo. Me cansé de controlar las ganas para que otro no se sienta presionado o de fingir ganas para que no se escape un huesito.
Me harté de los fracasos. De las falsas victorias.
De las citas porque sí.
Tampoco voy a fingir un hermetismo total. Ni mucho menos. Puedo decir que salí, que baile, que me han tirado onda, que la he devuelto y que no.
Pero de alguna forma todo eso, estaba vacío. Y aquí estoy, intentando un balance entre el chupahuevismo extremo y el abrazo reconfortante.
Y la única forma era volver al refugio. Que de alguna forma es testimonio de tantas cosas.