jueves, 12 de febrero de 2009

Corazón Coraza

Cada vez que nos abrimos al mundo y confesamos algunas verdades y nos mostramos lo más sinceros que podemos ante el otro, se raja nuestro cascarón. Y así, como huevos crudos, dejamos escapar de a gotas, nuestra clara, nuestra escencia. Ese líquido escurridizo, ahora en la superficie del mundo, escapa a nuestro control y es imposible devolverlo a su lugar de origen. Y así cómo los huevos, una vez rajados no hay vuelta atrás: De ahí a la destrucción total basta con un sólo golpe.

Cada vez que nos abrimos al mundo nos sentimos más fuertes. Vencer el miedo inicial para encontrarnos con una capacidad nueva de enfrentar las cosas es impagable. Sumado al siguiente estado de liviandad con el que creemos que nos vamos a llevar el mundo por delante en las semanas siguientes hacen un combo espectacular de autoestima y fortaleza.

Cada vez que nos abrimos al mundo y nos mostramos vulnerables, esperamos una recompenza. Un abrazo fuerte, cuasi apretón pero que te deja seguir respirando.


Cada vez que esto sucede nos creemos semidioses. De aqui en más prometemos seguir siendo sinceros. Nada es más fuerte que la verdad.

Pero eventualmente, luego de mostrarnos como somos y de contar lo que sentimos una puerta se nos vuelve a cerrar en la cara. Y el golpe en la nariz no duele tanto como el tajo en el alma.

Entonces nuestro corazón sangra estaño y comienza a soldar las bases para un nuevo armazón. Esta vez menos endeble que la cáscara de un huevo. Esta vez de hierro. Esta vez más duro, más firme.

Ahora se complica la posibilidad de salir al mundo. Nuestra alma se empequeñece dentro de esta coraza, pero nadie lo nota. Las lágrimas y el llanto hacen que la coraza se oxide, pero asimismo quedan amarradas por dentro y no logran salir.

Nadie con quien compartir nuestras lágrimas. Nuestros pesares.

El mundo nos ve fuertes y macizos. Pero por dentro no somos mas que una hojalata oxidada rellena de un cuerpo empequeñecido, que se encoje y debilita.

Cada vez que tratamos de volver a abrirnos al mundo esbozamos un suspiro de ahogo.

Aquí dentro el aire es irrespirable...las párticulas de óxido ferroso dañan las vías aéreas. En algún punto dejamos de ser humanos. Dejamos de abrirnos. Nos autoencapsulamos. Y dejamos de confiar en el mundo, en las personas y en el amor. Entonces morimos, autosepultados, dentro de nuestro corazón coraza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema es pretender llenar una vida solamente con amor... cuando se necesitan otras cosas además, los beatles nos mintieron a todos.
Eventualmente alguien se va a comer tu corazon con coraza y todo... y le va a gustar.

MariaN dijo...

SI,SE PUEDE VIVIR ASI...