lunes, 12 de enero de 2009

La hora de las brujas...

Domingo, pasadas las 9 de la noche, comienzo del atardecer, comienzo de la angustia. Mis manos se enlazan en mi rostro y tratan de cubrir las lágrimas que caen aparentemente sin motivo.
Otra vez sola. Otra mudanza, otra casa. Otro terremoto sentimental.
Llegué, entre sollozos, a entender porque me "engancho" con el primer hombre que me diga hola. De alguna forma extraña, creo comenzar a entender los motivos de mi propia desesperación.
Y creo que es porque mi vida parece estar hecha de cambios bruscos y noticias desgarradoras. Porque las cosas van y vienen a una velocidad que es difícil de seguir, y ya me cansé de correr. Porque social o naturalmente estamos forzados a constituir una pareja, en primer lugar, y una familia, en segundo. Y el reloj corre. Daría todo para que se detuviese un segundo y me dejara contemplar y disfrutar de lo que me rodea. Pero el tiempo sigue su curso y la vida moderna nos hace correr más rápido que el reloj.

Y entonces lo único que nos relaja es un abrazo. Alguien que nos tome fuerte de la mano y pretenda que va a protejernos para siempre. Un escape, una salida. Un momento para respirar y dejar de pensar en obligaciones. Unos segundos para ser receptor de besos y caricias.

Creo que el llanto no es tan triste si se puede compartir...más allá de su causa.

Y entonces creo que lo que me falta es eso... Llegar a casa después de un largo día, exhalar y dejarme caer en un abrazo hasta quedarme dormida. Y despertar en un abrazo, puede ser la mejor forma de empezar el día.

1 comentario:

Tuky dijo...

¿vale dejar un abrazo a modo de solidaridad? si vale... pues te dejo uno, aunque no sea de un niño bonito, musculoso, altamente potable... pero bueno, un abracito con gusto a "sé exactamente lo que se siente"
besos